Cada operador, involucrado en la escuela o en los servicios sociales, educativos y sanitarios, puede enviar al laboratorio una solicitud de confrontación y asesoramiento sobre momentos intensos y complejos vividos en el lugar de trabajo.
Con un grupo de investigadoras de diferentes disciplinas, se elabora una pregunta y se invita a los profesionales a reflexionar juntos. La pregunta se construye sobre la base de una situación concreta. En un segundo momento, con los operadores, se invitan las personas con las que trabajan (familias, niños, adultos), convocando paulatinamente a todos aquellos que, según los participantes, pueden contribuir a la cura.
Comienza a formarse un círculo que gradualmente puede ensancharse.
La circularidad entre saber, saber hacer y saber ser encuentra su movimiento vital en esta forma. En el círculo de cura se intenta comprender, desde diferentes puntos de vista, el momento institucional y laboral, social, político y/o existencial que se está viviendo para identificar posibles mejoras.
La forma del círculo es la fórmula: la cercanía expresada simbólicamente en el círculo, las diferencias de cada uno expuestas a todos, el espacio no lleno que se dibuja frente a los participantes, son elementos estructurales que constituyen un lugar del habla condicionado por las presencias y por los diferentes puntos de vista convocados allí.
Estos aspectos estructurales y una dinámica de acompañamiento abierta a los mundos presentes facilitan la formulación de visiones que de otro modo no serían posibles.