Como muchos otros pueblos latinoamericanos, las comunidades indígenas del occidente de México en los últimos años han tenido que enfrentar y resistir grandes proyectos mineros y turísticos, tanto en sus propios territorios como en otras áreas fundamentales, para su reproducción social y cultural. Los promotores de estos proyectos, tanto públicos como privados, ven el territorio y lo que contiene como recursos económicos que se pueden explotar al máximo sin tener en cuenta los daños sociales, culturales y ambientales que pueden causar. Para los pueblos indígenas, en cambio, la pérdida de su territorio significa no solo un daño económico y material, sino también una amenaza a su estilo de vida, a su forma de concebir y habitar el mundo. La presentación se centrará en las formas de territorialidad que surgen de las prácticas de resistencia de las comunidades indígenas contra los megaproyectos. La acción política de las comunidades incluye actores diferentes y, desde el punto de vista occidental, irreconciliables, como podrían ser el Estado y las divinidades de un pueblo concreto.
Maria Benciolin. Soy antropóloga, durante diez años investigué entre los náayeri (coras), un pueblo que vive en las montañas de México occidental, en el estado de Nayarit. Al principio me interesaron las prácticas rituales de este pueblo, en los últimos años me he ocupado en cambio de conflictos ambientales y territorialidad relacionados con los coras y otros pueblos indígenas mexicanos.